domingo, 7 de noviembre de 2010


Hoy se me volvieron a pegar las sábanas con los pecados y la culpa. Me desprendí de ellas dispuesta a afrontar mi obligaciones diarias y me arrancaron la piel a tiras. Caminé en la fría mañana desnuda y con el cuerpo en carne viva. Todo punzadas de un dolor sucio, humo de coches mezclado con epitelios, desprecio y sangre. Este es el aire de la ciudad, esto es lo que respiramos aquí. Nubes densas de monstruos y de odio.
Hay días en los que no levantaría la cabeza, no saldría de estos pliegues seguros ni abandonaría la posición fetal. Estos días se suceden a cientos, y lo único que logra proporcionarme un poco de paz es todo aquello que vosotros despreciais, aquello ante lo que girais la cara para no tener que mirar. Aquello que os da miedo. Vosotros no espantais mis monstruos, solo soys monstruos aun más grandes.
Y yo solo soy un montón de pieles y de sangre.