"Por idéntica razón, a veces hasta puede ser agradable cortarse y sangrar. En esos días grises en los que no hay ninguna diferencia entre las ocho de la mañana y las ocho de la noche, en los que no ha pasado ni pasará nada, de pronto te pones a lavar un vaso en el fregadero, se te rompe accidentalmente y te cortas. Y entonces aparece ese rojo intenso, lo más brillante que has visto en todo el día, tan vibrante que casi emite un zumbido. Es tu propia sangre. Y a veces verla está muy bien porque comprendes que estás vivo."
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